sábado, 17 de noviembre de 2012


A LOS ÁNGELES DEL OCASO

¿No veis que tengo el corazón transido
y que a mi sien la engrandecí de espinas?

El ángel tutelar de las harinas
le dio hermosura a mi mantel raído.

¿Qué celestial licor ha enternecido
de mi mesa las duras proteínas,
y lavado en la sal de mis retinas
la figura de un pez desconocido?

Ángel de la Armonía: alondrecedme.
Ángeles del ocaso: estrellecedme.
Yo soy el constructor de unas escalas

donde al silencio le fermenta vida.
A mis tumultos les ungí la herida
y a mi derrota le nacieron alas.

GERMÁN PARDO GARCÍAColombia-1902
De “Los ángeles de vidrio”

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